Este viaje comienza con un cruce de norte a sur, un coche del color de mis ojos y un maletero de equipaje hasta arriba. Cuatro blogueros y una sierra que se promete verde a pesar de guardar un Palacio Oscuro en su interior. Un escenario en el que el eco de antiguas leyendas aún se puede oír entre acordes de fandango que recuerdan que la frontera está a tiro de piedra. ¿Y para comer? Setas, quesos y jamón regados con vino de una tierra buena que en su día fue escenario de cruentas disputas entre moros y cristianos.
Tan singular carta de presentación ha sido más que suficiente para que @LalaViajera, @MochilerosTV, @Machbel y yo hayamos decidido poner rumbo al sur. En cuanto sentemos campo base en la ecológica Posada de San Marcos estaremos listos para descubrir los secretos de la onubense sierra de Aracena. Prepárate Huelva, ¡allá vamos!
JUEVES. Cienosecuantos kilómetros después llegamos a Huelva para descubrir la Sierra de Aracena. ¿Primera parada? Almonaster La Real, un pueblito con ‘templo 3 en uno’ (iglesia, mezquita y plaza de toros) y los primeros viñedos de montaña de la zona, los Cerro de San Cristobal en los que, si te interesa, puedes ‘adoptar un viñedo’, una cepa para hablar con propiedad.
¿Siguiente stop en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aloche? Alájar, pueblito famoso por la Peña de Arias Montano que, además de tener una vista fantástica (desde lo mas alto en días despejados se puede ver el mar que está a más de 70 kilómetros, ¡doy fe!), está cargada de energía. Pero cargada de verdad, ¡hasta Iker Jiménez ha pasado por allí para investigar el por qué de sus misterios! Un retorcido árbol del amor, garitas de meditación, la sillita del rey, la bañera de la reina mora, la iglesia ‘de la diosa madre’… Una visita con explicación merece mucho la pena. Me ha molado infinito.
Como todos los blogtrips, este de Aracena está siendo un no parar. Pero un no parar con picnic y todo en el que no ha faltado el producto de la tierra (lomo, salchichón, queso de cabra, aceitunas, etc) y el pastel de chocolate de Lucy, la dueña de la Posada San Marcos. ¡Qué cosa más buena! Pero buena de venirse de Santander para probarlo. Bueno, de Santander no sé, pero de Madrid casi seguro. Mira que es receta inglesa, pero está, ¡ni te imaginas! Como siga así vuelvo al norte rodando.
Y ahora me voy corriendo, sin hablar de los gatos que se dejan tocar y los poemas de Linares de la Sierra, ni de cómo me han enseñado a reconocer un jamón ibérico en un secadero de jamones Sierra de Arias Montano. La siguiente parada me espera y, si no llego tarde, igual tengo hasta pastel de chocolate para desayunar 😀
VIERNES. El pueblo de Alájar es una caja de sorpresas. ¿Sabías que en su Plaza de España se rodaron las primeras imágenes de una película de Bollywood en España? Como te lo cuento. Quizá sus callecitas enrevesadas no son las mejores para transitar en coche, pero perderse entre sus callejones blancos es un gustazo. Uno nunca sabe cuándo va a encontrarse un llano curioso, una balconada llena de flores o una abuelita encantadora con la que conversar.
A nivel gastronómico me bastan un par de días en la Sierra de Aracena para plantearme si el jamón ibérico es adictivo. Aquí se estila mucho eso de jamón para comer, jamón para cenar y nada, que cada vez me gusta más. Pero no sólo del cerdo viven los onubenses. Aprovechando el, otoño sus cocinas se llenan de setas, un alimento que personalmente nunca me ha entusiasmado pero al que estoy empezando a coger gustillo. ¡Hasta licor de setas hemos encontrado! Más concretamente de amanita ponderosa o, como por aquí le dicen, gurumelo. Bien fuerte pero muy bueno este licor que sirven en el Restaurante Montecruz de Aracena.
Pero a parte de jamón y setas algo que en esta zona no hay que dejar de probar son los quesos. De hecho, tras librarme de una cabra que ha intentado comerse el botón de mi chaqueta en la Quesería Monte Robledo he tenido oportunidad de hacer el mío propio, que no sé cómo saldrá, porque ahora tiene que curar, etc, etc. Pero bueno, ahí está, y si todo va bien estas navidades pienso sorprender al personal con mi propio queso made in Huelva aunque curado en Santander. ¿A qué sabrás eso?
SÁBADO. Señor@s esto se acaba. El desayuno de campeones a base de productos naturales con pastel de chocolate de Lucy (cómo voy a echarlo de menos) ha cumplido su función: nos ha dado energía para todo un día de expedición. ¿Objetivo? Pantano de Campofrío y minas de Riotinto, una explotación abandonada que ofrece una estampa intermedia entre Marte y cómo demonios han dejado esto así. La vista para bien y para mal impresionante.
Ha sido curioso descubrir un escenario que INTA y NASA aprovechan para sus experimentos, y una tortura ascender en coche hasta Peña del Hierro por una carretera de la muerte (había otro acceso, el de verdad, lo vimos después). Atardecer rojo y luna casi llena antes de abrir la primera cerveza para brindar por un viaje de lo más interesante.
Ya solo queda volver al norte, mil kilómetros para el cuerpo que me apetece hacer entre cero y nada. Aún con todo habrá merecido la pena, el sabor de boca que me llevo de la Sierra de Aracena no podría ser mejor. Eso sí, la próxima vez que venga pienso hacerme una ruta por el monte. Sus enormes encinas y sus más de 1.100 kilómetros de senderos me han convencido. Estoy decidida.
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Vaya 4!! A pasarlo bien y a acercarnos Aracena al personal!
Molaaaa!!! Disfrutad!!! 🙂
Me alegra que disfrutaras de mi tierra. Si lo llego a saber me paso a conoceros!!!
Un abrazo enorme.
¡Anda! Pues no nos dimos cuenta! Otra vez será aunque, eso sí, ¡no vuelvo a bajar en coche desde Cantabria! Ja ja ja. Un abrazo grande Antonio, ¡cuídate mucho!