Poco o nada se explica en los coles españoles sobre la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918). A lo más que fue un conflicto que enfrentó a Aliados y Potencias Centrales dejando Europa echa unos zorros y la friolera de nueve millones de combatientes muertos. Pero en los países que tuvieron la suerte de librar la Gran Guerra, como es el caso de Bélgica, sus cicatrices están aún muy presentes.
Diksmuide, Dismuide en francés, da buena cuenta de ello. En esta pequeña ciudad flamenca estuvo situada una de las posiciones más peligrosas de la contienda, la conocida como Trinchera de la Muerte. Un conjunto de túneles, zanjas y muros de contención que simulan estar hechos de sacos de arena separado a penas 20 metros de una posición enemiga por el río Ijzer, Yser en francés, que estuvo sometido casi de continuo a los ataques del ejército alemán hasta 1918.
Las instalaciones que hoy se pueden visitar ocupan alrededor de un kilómetro de superficie. Están tan limpias que cuesta trabajo imaginar lo difícil que debió ser sobrevivir cuando su tierra se volvía barro (un barro tan espeso en el que, según recogen algunos testimonios, uno se podía ahogar) o mientras resonaban las ametralladoras del contrincante bajo el pequeño túnel (reconstrucción del original) y las estrechas callejas, por llamarlas de alguna forma, que ahora se pueden recorrer sin peligro alguno.
Pensar en las penosas condiciones en las que aquí lucharon tantos soldados da escalofríos, imaginar cómo murieron los que se vieron afectados por el empleo de gas mostaza aún más. Un pequeño museo que reúne cartas, fotos, videos y otros objetos varios ayuda a entender un poco mejor lo que aquí ocurrió.
A la Trinchera de la Muerte (Ijzerdijk 57) se puede llegar en poco más de 10 minutos dando un paseo desde el centro de Diksmuide. Una caminata muy agradable si el tiempo acompaña. Es de entrada gratuita y abre del 1 de abril al 15 de noviembre de 10:00 a 17:00horas. El resto del año su horario es algo más reducido.
Pero la Dondengang como dicen los flamencos no es la única marca que ha dejado la Primera Guerra Mundial en la piel de esta coqueta localidad de poco más de 15.000 habitantes. La Puerta de la Paz y la Izertoren, el monumento más alto de Europa construido a la paz, son otros dos lugares que todo interesado en la contienda no debe dejar de visitar.
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Verdún, tras las heridas de la Primera Guerra Mundial, por @madaboutravel
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Uf Cristina… Creo que esa sensación es la que me dejaron a mí las trincheras de la I Guerra Mundial en Verdún. Es curioso como se habla tan poco de “La Gran Guerra” y cuanto afectó a tanta gente. Gracias por descubrirme un lugar que no conocía!