Los Países Bajos son, aunque a veces no nos demos cuenta, mucho más que Amsterdam. Sin duda esta ciudad holandesa guarda encantos que a penas pueden descubrirse en sólo un fin de semana, pero el resto del país es una gran caja de sorpresas que se pueden conocer con un poco de ojo e improvisación.
Grandes ciudades donde se entremezclan modernos rascacielos y edificios típicos, pequeños pueblos de pescadores bañados por un mar manso atrapado entre grandes diques, mercados tradicionales y canales, muchos canales, son algunas de las opciones que nos ofrece un país inquietantemente situado por debajo del nivel del mar.
ALKMAAR. Este pequeño pueblecito a 51 kilómetros de Amsterdam viste sus mejores galas cada viernes por la mañana, desde bien temprano (de 9:00 a 12:00 horas), para celebrar su tradicional mercado del queso, el más popular y antiguo del país. Desde 1593 cuatro sindicatos compuestos cada uno por siete hombres ataviados con uniformes blancos se dedican a transportar las viandas de un lado a otro de la plaza en unas extrañas barcas de madera. Curioso. La gente agolpada contempla el epectáculo y aprovecha para pesarse en la gran balanza de la lonja cual queso por un día. Certificado incluído. La foto merece la pena.
Y, por si esto fuera poco, Alkmaar en sí mismo es una auténtica monada. Parece atrapado en el tiempo. Limpio, muy cuidado, con canales y casitas de pocos niveles y tejados escalonados. Los puestos alrededor del mercado ofrecen todo tipo de productos de la zona. Desde zuecos hasta quesos, cómo no. Marcharse sin probar sus pofferjes no tiene perdón.
AMSTERDAM. Amsterdam no puede resumirse en tres párrafos. Una ciudad casi totalmente por debajo del nivel del mar, un canal en cada calle, casas okupas legales, coffee shops, barrio rojo (o lo que queda de él), el Museo Van Gogh, smart shops, la plaza de Damm, el barrio judío, infinidad de galerías de arte… Podría pasarme años escribiendo sobre la ciudad y aún así no lo diría todo. Por eso, sólo voy a hacer dos recomendaciones rápidas: 1) Free Tour por la ciudad. Proporciona un vistazo rápido y orienta al viajero que llega por primera vez a la urbe (en inglés y en castellano, sale todos los días desde la plaza de Damm sobre las 11.00 y 13.00); y 2) Abraxas. Un acogedor coffee shop donde tomar algo tranquilamente, fumes o no. Está en Jonge Roelenteeg 12-14 (si uno se sitúa en la plaza de Damm dejando el monumento a sus espaldas tiene que camniar hacia el gran edificio de enfrente por Kalverstraat. Después la primera a la derecha).
EDAM. Famoso por su quesos (que raro, ¿verdad?), Edam está situado a tan sólo 29 kilómetros de Amsterdam. Tranquilo y encantador, con pocos turistas. Canales, casitas y un cementerio cuyo suelo está compuestos por trocitos de conchas. (* El Waterlandticket – 7 euros – permite moverse libremente en autobús y durante todo el día por los pueblos de Volendam, Edam, Marken y Monnickendam desde Amsterdam. En una tarde pueden visitarse tranquilamente los cuatro).
KEUKENHOF. Bien podría ser el Port Aventura de los tulipanes. Este parque no es sino un inmenso jardín que hay que visitar en primavera (las entradas pueden comprarse por Internet o en la puerta ese día). A 36 kilómetros de Amsterdam, ofrece al visitantes flores, flores y más flores. Un molino, varios pabellones con centros florales, un par de fuentes y más flores. De todo tipo. Y olor a flores. Y sí, tulipanes. Además de una granja con animalillos y unas zamburguesas en mitad de un lago por las que se puede saltar. Las fotos tomadas allí quedan de cuento.
HAARLEM. A 26 kilómetros de Amsterdam poco o nada recuerda Haarlem a la imagen que todos tenemos en la cabeza del famoso barrio de Nueva York. Una localidad más o menos grande pero aún así tranquila y, cómo no, llena de bicis. Anchísimos canales y molinos de viento en un lugar con una preciosa plaza mayor y la mujer más borde que nunca conocí a cargo de la oficina de turismo.
LA HAYA. La capital administrativa del país es una mezcla de altísimos rascacielos blancos y grandes plazas de lo más clásico. Sus casitas de tejados escalonados conservan la silueta de casi toda ciudad holandesa. Por la noche las plazas, rodeadas por incontables cafés y bares, son un auténtico hervidero de gente conversando y bebiendo cerveza.
La playa, a la que se puede llegar cogiendo el tranvía, está bordeada por una infinidad de bares y restaurantes descubiertos de lo más pijo, con su música, su fuego y su gente tapada con mantas. No os perdáis el casino sobre el mar y la torre de más de 60 metros de altura desde la que se puede practicar bungee jumping.
MARKEN. No hay grandes monumentos ni iglesias en Marken, a 28 kilómetros de Amsterdam, pero tan pronto como uno atraviesa la puerta de Beatrixbourg se transporta a un cuento de hadas. El mar, a metros de las casas, es calmo, estanco y apenas salado. Sencillamente precioso.
ROTTERDAM. De nuevo una ciudad llena de contrastes y construcciones de nuevo cuño. Su puerto descomunal, el más grande de Europa, hará las delicias de los ingenieros de caminos, canales y puertos. Grandes zonas comerciales, rascacielos y un albergue ubicado dentro de unas ‘casas cubo’ la mar de curiosas. La parada para hacer la foto junto al inmenso puente de Rotterdam es casi obligada.
VOLENDAM. La más grande y turística de entre las localidades del Waterland, a tan sólo 28 kilómetros de Amsterdam, cuenta con un puertecito pintoresco y encantador. Presidido por una Virgen del Carmen rodeada de pinchos (incluso en la cabeza) para que las palomas no se posen sobre ella. El paseo, lleno de tiendas y heladerías, permite rodear un montón de barcos que esperan que alguien los saque a navegar.
Si uno se fija quizá le llame la atención que las casas situadas junto al muelle están construídas en alto, sobre una barrera. Esto responde a la necesidad de evitar el destrozo provocado por las inundaciones al subir de la marea. Y es que Volendam fue una vez una isla en mitad del Ijsslmeer, el mar interior holandés.
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Buenos recuerdo este post! Nosostros también le dedicamos unos a estos precisos pueblos de alrededor de Amsterdam, que bien valen una escapadita desde Amsterdam.
Saludos!
La verdad que si, Holanda es un país precioso! Y además de Amsterdam tiene muchísimo que ver!
Después de dos años viviendo allí y siendo probablemente el país por el que mas he viajado, sigo pensando que me deje muchísimo por ver. Por ejemplo Alkmaar y el Keukenhof. Además del pueblo de Zaanse Schans, Kinderdijk, las islas frisonas …
Bueno, siempre puedes volver Irene. De hecho, dicen que siempre hay que dejar algo por ver para tener una excusa de hacerlo. Así que ya sabes, cuando llegue la primavera a Keukenhof a ver flores y a Alkmaar a pesarte en la báscula del queso 😉