El nombre de mi casa de Berlín sonaba prometedor: Sunflower Hostel. En la web tenía buena pinta, en la realidad estaba superchulo. ¿Cómo no iba a gustarme un alojamiento que tiene en la pared un Darth Vader pegándole un puntapié a una máquina de marcianitos? Si a esto le sumas una recepción con carteles de conciertos, enredaderas, pizarras llenas de información útil, y un hall enorme con sofás, vacas en el techo y un estanque con peces en el que el WIFI va de maravilla no hay remedio, me enamoro.
Es cierto que lo mío con este backpackers fue amor a primera vista, pero no os penséis que se me conquista tan fácil. Que de entrada me gustara el sitio no significa que no tuviera que pasar una serie de pruebas para convencerme de que lo nuestro podía ser una relación estable –tan estable como de repetir cada vez que vuelva a Berlín– y no una historia de fin de semana.
El caso, que después de tontearme con su bonita recepción abierta 24 horas y sus paredes llenas de Space Invaders y personajes de Barrio Sésamo (están Elmo, Coco, Triki, el conde ese que no dejaba de contar…), entro al 116, –mi cuarto– y, ¿qué me encuentro? Una enorme habitación limpísima (en serio, sin duda una de las habitaciones de hostel más limpias que he visto en mi vida), con balcón, espejo y dos camitas.
Tiemblo al tocar el colchón. Parece fino. Meto mano al somier, ¡tablas! Nada de somieres hechos unos zorros con muelles que se clavan hasta el intestino. Dormí bien no, lo siguiente. Minipunto doble para el Sunflower Hostel, uno por limpieza y otro por comodidad. ¿Os he dicho que hasta mi cuarto tenía dibujos en las paredes? Vale, ya paro, se acabó el tema graffiti. Eran de cine. Vale, ya paro de verdad. Prometido.
No siempre uno tiene presupuesto para dormir en habitación privada de marqués. El hostel lo sabe y ofrece otras alternativas. Dependiendo de las fechas, desde 15 euros se pueden conseguir camas en dormitorio compartido (8 personas). Eché un ojillo por la mañana a las habitaciones para más ocupantes que estaban abiertas mientras se limpiaban (me siento la Mata Hari del low cost). No tienen mala pinta, ni las conjuntas ni las individuales, que también las hay. Por tener tienen hasta apartamentos, aunque esos deben de quedar en otro ala del edificio.
Habitaciones a parte, ¿más cosas buenas del Sunflower Hostel y razones por las que volveré si regreso a Berlín? Que está bastante bien equipado. Aunque le falta cocina, cuenta con una sala común enorme en la que el WIFI funciona. Hay sofás, mesas para trabajar y/o comer, lavadoras y secadoras (al precio de tres euros las primeras y 1,5 las segundas), un montón de estanterías con libros, y futbolín.
A tener en cuenta es que la recepción y sala común por la tarde noche pasan a ser un bar con terracita exterior cubierta en el que se puede tomar cerveza (la Becks está a 2,20 euros) y conocer gente de medio mundo sin salir de casa. Ante tan animado panorama me preocupó el ruido. Temblé un poco cuando vi tanta gente de cháchara mientras yo quería irme a dormir (ya había tenido suficiente cháchara la noche anterioren el ‘gaztetxe’ de Berlín). Pero todo OK. El jaleo desde mi cuarto era anecdótico, apenas se oía. Espero que para el resto de huéspedes fuera igual.
Otra cosa buena del Sunflower Hostel es el desayuno que no se incluye por defecto en el precio de la habitación. Si quieres hacerte con él deberás abonar tres euros extra. Eso sí, tendrás viandas disponibles desde las 8 hasta las 12 de la mañana, que no está nada mal, especialmente teniendo en cuenta en que zona de Europa te encuentras. Sirven café y té, leche, panecillos varios, mortadela (o una cosa que parece mortadela), queso, cereales, mueslis, mantequillas, mermeladas, miel y nocilla, vamos, todo lo necesario para hacerte tu propio desayuno de los campeones. Si pasas de empezar el día en este all you can eat puedes irte a alguno de los locales de currywurst, kebab y demás guarrerías que proliferan como setas a dos calles del albergue.
FRIEDRICHSHAIN, CASI KREUZBERG
Otro minipunto: hay vida alrededor del Sunflower Hostel, concretamente en el barrio de Friedrichshain que es donde está ubicado. No obstante, está muy bien comunicado con el resto de la ciudad porque se encuentra a tiro de piedra de la estación de metro y tren de Warschauer Str. (donde hay más kebabs y chiringuitos de guarrerías, algunos abiertos 24 horas). Se puede ir andando hasta la parte más este de Kreuzberg (5-10 minutos) y la East Side Gallery, donde se encuentran las pinturas más famosas del antiguo muro de Berlín (10-15 min). Y está a menos de cinco minutos del fotomatón más cercano, un dato muy a tener en cuenta. Todo el mundo sabe que un fotomatón cuando se está de viaje es prácticamente vital.
Más cosas, más cosas… Los baños. Como en muchos otros hostels al reservar habitación tienes opción de baño privado (más caro) o baño compartido (más barato). Yo disfruté de la segunda y maravillosa opción. En la línea del cuarto, el baño también estaba limpio. No había un millón de duchas pero yo siempre tuve una disponible, puede que tuviera suerte, no lo sé. De hecho, me bañé sin chanclas (en las duchas compartidas de los albergues SIEMPRE me ducho con chanclas, menos cuando se me olvidan como esta vez) y aún conservo los dos pies. No solo parece limpio, lo está. Creo.
Resumiendo: habitaciones limpias y espaciosas con camas que no se te ensartan en la espalda, baños salubres, desayuno buffet hasta altas horas de la mañana, WIFI que funciona, decoración entrañable y, ¡ah! Se me olvidaba, personal de recepción muy majete, siempre con una sonrisa en la cara y dispuesto a echarte un cable, a veces incluso en castellano.
En el ranking elaborado por los usuarios de Tripadvisor, el Sunflower Hostel ocupa el puesto número 53 de 313 con un porcentaje del 77 por ciento de me gusta. De las 102 personas que han opinado sobre él 42 dicen que es excelente y 33 que muy bueno, y solo 13 lo califican como malo o pésimo. Prácticamente la misma nota recibe en Booking donde puntuado por 111 personas recibe una nota de 7.7 puntos, destacando por su ubicación y su relación calidad-precio. Yo lo tengo claro: si alguna vez vuelvo a Berlín procuraré alojarme en este sitio si o si. Me ha encantado.
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Excelente post Cristina. Has dado de lleno en mi corazoncito al escribir sobre la ciudad que más enganchado y atrapado me tiene de toda Europa. Berlín es para mí la capital del Viejo Continente por su carácter abierto y alternativo. Su oferta cultural y de ocio no tiene rival y la historia que atesora a sus espaldas difícilmente deja indiferente. No conocía el Sunflower Hostel, pero tomo nota para la próxima vez que me deje caer por la capital alemana. Y ya son unas cuantas…
Tengo un pequeño y humilde blog de viajes que acaba de iniciar su andadura y en el cual he insertado un enlace al tuyo. Espero que no te importe. Un saludo desde Madrid.
La verdad es que es la segunda vez que vuelvo a Berlín y me ha encantado José Manuel. ¡Es una ciudad tan viva! Y este hostel realmente me encantó, es de lo más original y estuve superagusto (como puedes leer), por eso lo recomiendo.
Respecto a enlazarme es todo un honor. Muchas gracias, siéntete libre de hacerlo cuando quieras. Y en cualquier cosa que te pueda ayudar ya sabes, pregunta. Si está en mi mano será un placer echarte un cable 😉
holoa tienen cocina para cocinarme y cuento sale epor habitacion compartida por cuatro dias. muchas gracias
Hola Luis. Pues creo recordar que no hay cocina, pero lo mejor es que les contactes directamente y les preguntes. En cuanto al precio lo mismo te digo. El staff es muy simpático (o lo fue cuando estuve yo) y la web está muy bien. Seguro que te informan encantados 😉