Me importa bien poco si la Posada San Marcos tiene o no las cinco estrellitas del Certificado de Exclencia de Trip Advisor, que las tiene. Para mi este acogedor hospedaje de la onubense localidad de Alájar será siempre un lugar en el que me trataron como si fuera de la familia: me alimentaron con rica comida casera, colocaron flores frescas a diario en mi habitación, y me dejaron saltar en la cama elástica de su peque.
Me gustó el gran esfuerzo que hacen sus dueños por hacer de su hospedaje un lugar ecológico y sostenible. Para ello Ángel y Lucy, alias los posaderos, han respetado e introducido en la estructura de su hotelito rural tantos elementos naturales y eficientes como les ha sido posible. En un libro hecho a mano titulado Locura Sostenible Carbon Footprint lo cuentan todo al detalle para que sus clientes sepan qué, cómo y por qué, para que se enteren de dónde están y por qué eso del alojamiento sostenible.
Pero volvamos lo importante, no nos vayamos por los cerros de Úbeda o, para hablar con más propiedad, por los de la Sierra de Aracena. La comida. ¡Qué comida! Quizá puede sorprender un poco el modus operandi del restaurante de la posada que, básicamente, se resume en esto es lo que hay. No hay menús ni cartas llenas de platos, aunque si necesitas algo o no puedes comer un plato coméntaselo, seguro que se puede arreglar.
Cada comida y cada cena es una sorpresa elaborada a base de productos de la zona y alimentos de temporada. En la mesa no suele faltar el jamón ibérico, más de diez aceites de olvida diferentes y ricas mieles y mermeladas que acostumbran servir para desayunar. Por no hablar del pastel de chocolate de Lucy, ¡qué cosa más buena! El más rico que he probado en mi vida, de verdad. Deberían nombrarlo Patrimonio Culinario de la Humanidad o algo así si es que no lo han hecho ya.
Me encantó que las habitaciones dieran directamente al jardín. Un jardín cuya piscina (que yo no pude usar porque pasé por allí en noviembre de 2013) rodean un montón de especies de lo más variado. Tienen un granado, un olivo, un peral, un ciruelo y un cerezo además de damas de noche, jazmines, rosas, tomillo, romero, laurel y hierba buena. Si le preguntas a Ángel seguro que está encantado de darte una clase rápida de botánica. La vista a la Peña de Arias Montano, un lugar cargado de energía y vestigios del pasado, no hace más que añadir belleza al lugar.
Por estar ubicada en el corazón mismo de Alájar (cosa que no es muy difícil por el tamaño mismo de la localidad) cualquier momento será bueno para perderte entre las laberínticas calles del pueblo. O, si del todo quieres desconectar, apúntate a alguna de las actividades que organizan en la posada. Me han hablado de unos talleres de yoga con muy buena pinta (pregunta si te interesa, no se realizan a diario) y he sido alumna de su escuela de jamón. En ella aprendí a distinguir, cortar y degustar un jamón ibérico. A mi ya no me dan Navidul por Ibérico, os aviso. Y si, hay WIFI.
Si te gusta el senderismo enhorabuena. La zona está plagada de rutas. Pregunta por los libros guía que han hecho los posaderos. Incluyen minuciosas explicaciones e infinidad de fotos para que no te pierdas en el monte. Son handmade y, de verdad, da gusto verlas. Si consultas No somos bichos raros, pensado para niños pero disponible para mayores, sabrás además qué especies puedes cruzarte durante tus paseos. Es una monada de librito, perfecto para leer junto a la chimenea con un te bien calentito entre las manos.
Dios me libre de deciros id a la Posada San Marcos, es la caña de España, la mejor del mundo mundial. Solo sabed que este lugar existe y que esto es lo que de él podéis esperar. A mi me pareció una delicia, una casita única y responsable que intenta contribuir a la protección del medioambiente y al mantenimiento de la economía rural de su zona. Un sitio original llevado por una pareja auténtica que cree que hay vida más allá del turismo masificado y las cadenas hoteleras sin personalidad.
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Posada San Marcos, por @machbel