En enero de 2014 decidí que ya era hora, que había llegado el momento de aprender a bucear y de sacar el PADI Open Water Diver, el curso que te acredita para poder sumergirte con bombona a lo largo y ancho del planeta. Cogí una guía de escuelas de buceo de Malta, escribí a unas cuantas, y al final me decidí por el Watercolours Dive Centre de Sliema. No fue una decisión supermeditada pero quiso la casualidad que fuera la más acertada que podía haber tomado. Quedé encantada con mi curso y, muy importante, conseguí superarlo satisfactoriamente.
Por eso, porque me trataron con todo el cariño y paciencia del mundo, quiero agradecer públicamente a Patrick, a Jason y al resto del equipo de la escuela de buceo lo bien que me cuidaron la semana que pasé con ellos. Aunque me hacía mucha ilusión lo del buceo me daba mucho respeto y, para qué engañarnos, un poco de miedo pero ellos supieron hacerme sentir segura en un medio nuevo para mi como era el agua.
A Patrick, mi instructor durante los cinco días que tarde en hacer mis prácticas, le debo la vida. Literal y metafóricamente. No solo no permitió que me ahogara, además supo respetar mis tiempos, dejarme espacio para que poco a poco fuera superando mis pequeños grandes pánicos (como el de tener que quitarme las gafas a nueve metros de profundidad para volvérmelas a poner ahí debajo). Recuerdo haberle preguntado una vez superada la prueba “cuando me viste, ¿pensaste que lo conseguiría?”. El dijo “sí, claro que sí”. Gracias por el voto secreto de confianza, por enseñarme a preparar mi equipo y por las inmersiones, tanto en aguas confinadas como abiertas.
A Jason, quien me atendió siempre de buena gana antes, durante y después del viaje, siempre con una sonrisa y sabiendo contestar todas mis preguntas (que fueron muchas), igualmente gracias. Fue muy amable por su parte explicarme cómo debía proceder para poder cerrar el curso y, especialmente, descubrirme que tenía la opción hacer la parte teórica por Internet, cosa que me ahorró muchas horas de estudio en el lugar que pude invertir en conocer mejor su bonita isla. Me encantaron las charlas y los tes después de las inmersiones, así como los consejos y los ánimos para mis futuras sesiones de buceo.
A la mujer de Patrick, a quien pido mil disculpas por no recordar su nombre, le debo medio curso. Sin ella nunca hubiese podido ponerme el neopreno el primer día. Parece una tontería pero os aseguro que no es nada fácil vestirse de buceadora. La primera vez me llevó más de media hora y, si no es por esta chica, creo que no lo hubiese conseguido nunca (luego ya mejoré, no os penséis). Y qué decir de su pequeño Hans Smith, el benjamín de la familia, un rubito encantador que no se cansó de jugar conmigo y de darme golosinas. ¡Qué rico!
Tanto a ellos como al resto del equipo gracias, gracias, gracias. Habéis sido una parte fundamental de mi entrenamiento y a vosotros os debo buena parte de los mejores momentos que pasé durante mi viaje a Malta, espero que el primero de muchos. Si alguno de vosotros está pensando en sacarse el PADI Open Water Diver y decide hacerlo con ellos por favor, dadles un beso enorme de mi parte. Decidles que espero que el destino nos vuelva a cruzar, ya sea dentro o fuera del agua.
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