Este año me he propuesto alejarme del invierno cuanto pueda. Por eso me voy a Malta con la excusa de desempolvar mi inglés y sacarme el Open Water Diver, el cusillo básico para poder bucear en espacios abiertos. Si sobrevivo a mis inmersiones aquí os iré contando en directo mis aventuras. De ahí que comience este cuaderno de bitácora al estilo de los que publiqué durante mis viajes por Polonia, Huelva, Edimburgo, Flandes y México. Deseadme suerte, intuyo que esta vez si que la voy a necesitar.
MIÉRCOLES. Mi primer día de buceo ha empezado tarde. Una vez más he hecho gala de mi gran sentido de la orientación y me he recorrido media isla hasta llegar al Watercolours Diving Center, mi escuela de superbuceadores. Jason, el monitor encargado de salvarme la vida, me esperaba con el traje preparado. Ahí ha empezado mi odisea.
¿Cómo puede ser tan difícil ponerse un maldito neopreno? Lo he intentado del derechas, del revés, luego otra vez del derechas… Hasta que al final ha venido otra buceadora y me ha sacado del apuro. Por lo visto mi traje es semiseco, más calentito y difícil de poner que otros, aunque yo creo que me han dicho eso para que no me siguiera sintiendo idiota. Y puesto el traje ha tocado lo que yo estaba esperando (y temiendo un poco): ¡al agua patos! Por lo que a mi respecta literalmente.
¿Veis las piscinas de la izquierda? Pues en la chiquitina hemos empezado a hacer ejercicios y, para que engañaros, me he visto fatal. De repente no podía recordar nada del curso teórico. Ni cómo bajar, ni cada cuanto ecualizar, ni cómo útilizar el BCD. Me caía de culo, me daba la vuelta sola sin querer, no me podía levantar… Un desastre. Maldita la hora en la que se me ocurrió sacarme el Open Water Diver, aquello de diver no estaba teniendo nada. ¿Para qué me puntaría yo a buceo si el equipo me incordia, la profundidad me da miedo y el agua me resulta fría? Me he dado cuenta al saltar al mar.
No es que me haya transformado en una sirena misteriosamente pero si que me he visto más ágil y, sobretodo, capaz de controlar casi todos mis movimientos. O me estaba viva y hacía las cosas medianamente bien, o me daba una piña contra el suelo, me explotaban los oídos o peor (yo siempre pensando en positivo). Así que de repente he empezado a compensar bien y he llegado de una pieza al fondo con los peces. ¡Los peces! Los que buceais lo sabéis mejor que yo, los que nunca habéis probado tenéis que hacerlo, ¡es un flipe total! Es superextraño respirar en el agua y ver los bichos tan nítidos, las plantas moverse como en un documental de la 2. Por eso merece la pena el traje del infierno, el equipo de la muerte y tener que llevar puesto un regulador que casi no me cabe en la boca. Parafraseando a Sebastian el cangrejo de La Sirenita “bajo el mar, bajo el mar nadie nos fríe ni nos cocina en un sartén”. ¡Y además se ven muchos erizos! 😀
JUEVES. Mi segundo día de buceo ha ido mejor. Ya me he puesto el traje sola (¡en siete minutos!) y soy capaz de quitarme las gafas dentro del tanque de agua confinado (aunque aún me da un poco de miedo hacerlo a seis metros de profundidad). Ya tengo la parte teórica aprobada (parte que por cierto hice online por lo que no me ha robado tiempo de descubrir la isla) y, si todo va bien, el sábado podré decir que soy oficialmente una pequeña padiwuan.
Pero si hay algo que estoy disfrutando de este curso de buceo es mi paseo diario entre Elanguest (mi academia de inglés) y Watercolours Dive (mi escuela de submarinistas). Todos los días voy andando por el paseo marítimo de Paceville a Sliema y así poco a poco voy haciéndome con la ciudad (que por cierto no tengo mada claro donde acaba porque Paceville, St Julian, Sliema y Valletta son inseparables. Pensaba que los primeros eran barrios de la última pero quizá me quivoco, probablemente me equivoco. A efectos tanto da, me gustan igual).
Pace Ville y Sliema me resultan dos publecillos un tanto extraños. Son eclécticos, decadentes y están construidos casi sobre el agua (aquí las leyes de costa no deben ser muy populares). Algunos edificios rompen cualquier posible armonía arquitectónica que alguien hubiera podido idear, como es el caso de la Torre Portomaso, el rascacielos más alto del país, un horripilante edificio azul y naranja que seguramente se ve desde el espacio (espero que ajusticiaran a su arquitecto como se merece). Me gustan las costas rocosas y las bahías con barquitos como la de Spinola, y muy especialmente la luz que ilumina todo, con mención especial a la del atardecer. Es suave, dulce y a mi personalmente me resulta muy agradable al combinarse con el claro mediterráneo y los tonos pastel de los edificios. Es una estampa curiosa en la que de alguna manera un montón de elementos que no tienen nada que ver consiguen encajar. Y también me gusta mucho que aquí ya estén en primavera. Eso en enero para alguien que viene del norte es un auténtico lujazo.
VIERNES. Esta ciudad es muy rara pero me gusta mucho. Después de superar con éxito una nueva sesión de buceo (Jason dice que voy muy bien: ya preparo mi equipo sola, me quito el agua de las gafas a siete metros de profundidad y más o menos controlo mi flotabilidad, aunque hoy me han tenido que meter piedras en los bolsillos para que me hundiera, ¡hundirse es difícil!) he decidido perderme por la urbe.
Para cuando me he querido dar cuenta mi vagar sin mapa me ha llevado hasta la bahía de la Isla de Manoel. Para entonces empezaba a atardecer y cómo deciros, aquella bahía (otra más, en Malta no hay más que bahías por todos sitios) se mostraba impresionante.
También me está pareciendo que los malteses y maltesas son muy majos. Cada vez que me pierdo me dan señas con paciencia y, cuando pregunto cualquier cosa, siempre tienen una sonrisa en la cara. De hecho, el otro día se me cayó una cosa sin importancia por la calle y un chico vino corriendo a dármela. ¡Así da gusto!
SÁBADO. ¡Lo conseguí! ¡Ya soy una pequeña padiwuan! El curso teórico, ponerse el maldito traje, las inmersiones, el agua tragada… Ha merecido la pena. Ya tengo el Open Water Diver lo que significa que puedo bucear con bombona por el mundo. ¡Viva! ¡Viva! La verdad es que al principio tuve grandes dudas de si sería capaz de pasar todas las pruebas. Esta mañana le preguntaba a Jason (mi instructor), que por cierto se llama Patrick, que si cuando me vio pensó que sería capaz de hacerlo. Dijo que si, ¡qué majo! La verdad es que me he sentido superarropada por la gente de la escuela, y hasta me he hecho amiga de Hans Smith, el benjamín de la casa, un simpático rubito de cuatro años que me ha acompañado hasta al baño (además de verdad).
En otro orden de cosas no sé qué hacer. Mañana es mi único día libre. En un principio había pensado ir a la isla de Gozo pero dan un tiempo de pena y creo que en Valletta hay suficiente que ver. Además a mi no me gusta ir, sacar la foto y hacer la cruz. Estoy entre quedarme en Valletta o acercarme a Qwara, Bugibba, Mosta, Mdina o Rabat. O cualquier otra cosa que se me ocurra. Ahí no sé, no sé. A ver con qué pie me levanto mañana que esta noche tengo algo que celebrar.
DOMINGO. Ayer me fui a celebrar mi recien adquirido título de buceadora por Paceville, primero a la discoteca que hay en lo alto de la Torre Portomaso, después a un antro llamado Fuego en el que bailé hasta que me dolieron los pies (sobre todo el izquierdo que pide vacaciones urgentemente). Ya, ya, mira que lesionarse bailando. ¡Pero es que baile mucho! En fin.
Así que hoy me he tomado el día tranqui y me he ido a patear Valletta pese a los gritos de mi pie que cada vez me duele más. Tranquilos, no va a ser necesario cortar (¡espero!).
Me encanta la capital de Malta. Las vistas de mar y murallas de los Hasting Garden, las calles de edificios desconchados, las cientos de vírgenes de las fachadas, la enrome campana del memorial de la II Guerra Mundial, la biblioteca de la calle principal, las qassatas de los puestillos de comida, etc. Y el tiempo. No hace para ir a la playa, pero al mediodía se puede ir en camisilla, incluso en manga corta si uno es valiente. Esto es una gozada.
Pero una de las cosas que mas me han gustado, quizá porque descocía del todo su existencia, son las casitas de pescadores (o garajes de pescadores, no estoy segura del todo) que hay en el Paseo del Mediterráneo, muy cerca del memorial de la II Guerra Mundial y del bar del tito Paul que hace colección de bolis. Son una auténtica monada aunque ya quizá no vivan personas allí, solo gatos. Ahora que creo que no me gustaría nada estar dentro de una en caso de gallerna, si es que hay gallernas por aquí.
EPÍLOGO. Me vuelvo de Malta con un pie hecho chope y muchísimas ganas de volver. No sé si ha sido por su primavera-verano, por que las clases de inglés me han encantado (mi profesora era realmente buena, no miento que estoy valorando la opción de irme unos meses a sacarme el proficiency allí. ¿Es buena idea ir a Malta a estudiar inglés? Yo creo que sí 🙂 ), la gente del buceo ha tenido infinita paciencia conmigo (¡han conseguido que sea buceadora!), el entorno era precioso (y eso que casi no he visto nada) y Valletta tan deliciosamente decadente que casi ha consegudo que me enamorara de ella. Me gusta la comida, y el ruido suave de las olas al llegar la noche. Y el agua clara por todos sitios. Si aún no tenéis pensado vuestro próximo destino valorad esta isla como posible. Tiene mil cosas que ver, hacer y sobre todo disfrutar. ¡No os la perdáis!
Suerte!! Y recuerda…si te haces el muerto flotas!!! (Aunque antes quítate la bombona) Por si acaso!!!!!
Mucha suerte, señorita buceadora!!!
Y aunque no te hagas el muerto también flotas. Es más, a veces estás hundido y sales disparado cual Sputnik. Yo pensaba que no, pero hundirse no es tan fácil, te lo aseguro Xipo xD
Llevo tiempo pensando en sacármelo junto a un amigo en las costas españolas, pero me da pánico hacer el ridículo con esas pequeñas cosas, como la de meterse en un traje de neopreno =S.
A quién quiero engañar, pero si no soy capaz de dejarme hacer un aguadilla sin taparme la nariz..jaja, da igual que este metida en una piscina infantil e estar intentado que un niño con manguitos sea feliz, terror absoluto a lo de quitarse las gafas, me da igual estar a un metro o a cinco, o fuera del agua….Nooooo!!!
Malta, me encanta, tampoco visité Gozo ni Comino, así que sé que volveré, tengo una espinita clavada, intentaré evitar nuevamente los meses de verano, prefiero la tranquilidad de los meses de invierno…La temperatura es ideal!!
Felicidades por tu nuevo titulo!! 😉
Que no María, que si yo pude seguro que tu también. De hecho, una vez acabada toda mi formación le pregunté al profe qué porcentaje de gente no lo conseguía y me dijo que solo entre un 3 y un 4 por ciento no eran capaces. Yo creo que es superpsicológico, que es una cuestión de voluntad. Yo el primer día dije ‘dios, por qué me metí en este berengenal’, ya ves que no era capaz de ponerme el traje sola, y al final acabé encantada.
Si tienes tiempo y dinero hazlo, merece mucho la pena y la satisfacción de haberlo conseguido es muy grande. Además de que luego puedes bucear por el mundo, ¡y el mundo submarino es precioso! Está lleno de pences 😉
Hermosa experiencia! Malta es un país acogedor, ideal para aprender inglés, ir a la playa o visitar alguna de las islas cercanas, lugares de interés histórico y cultural. Pequeño y fácil de explorar.
A mi como ves me encantó 🙂
Tienes que estar muy orgullosa de ti, verdad? Buceadora además en Malta. Qué más puedes pedir. Descubrir el mundo submarino por costas de un país tan precioso… Una gran Enhorabuena. Yo no me atrevería pero admiro gente como tú 🙂
Hola! me encantó lo que contaste, pero estoy buscando una semana de estudio de inglés en MAlta y no publicaste la academia o escuela donde estudiaste. Esa profesora de la que hablas te dio clases particulares?
Muchas gracias!!
Hola María, mi escuela se llamaba Elangest y mi profesora Michelle (trabajaba en la academia). Estaba en Paceville. ¡Espero que te sea útil! 🙂