Visita Salvaje a Cabárceno, o cómo acabar dando de comer a las jirafas

En días despejados desde el Mirador del Rubí se observan buena parte de las 750 hectáreas que dan forma al Parque de la Naturaleza de Cabárceno, situado a menos de 20 kilómetros de Santander. El emplazamiento de una antigua mina de hierro presume hoy de ser el zoo más grande del mundo y ya, ya sé que la mitad de vosotros estáis pensando “a mi no me gusta ver bichos encerrados en jaulas”. En Cabárceno los animales viven en estado de semilibertad y algunas jaulas, como es el caso de la de los elefantes, tienen una extensión que dobla en espacio la del zoo de Madrid. No es este un recinto animal al uso y, como tal, ofertar una entrada de lo más singular: una Visita Salvaje.

La Visita Salvaje de Cabárceno es una modalidad de entrada con un precio que supera en bastante al regular pero que permite a quien la porte acercarse a los animales hasta límites insospechados, acariciarlos y, en algunos casos, hasta darles de comer. Todo ello de la mano de un guía especializado que, además de descubrirte las historias de cada una de las especies de forma amena y divertida, responderá pacientemente todas las preguntas que se te ocurran.

Si todo va bien arrancarás tu excursión adentrándote en La Pradera, un recinto donde conviven elans (una suerte de antílopes), avestruces y jirafas. A estos mamíferos (¡los más altos del mundo!) tendrás que darles el desayuno. Sí, tú, con tus manitas. Es muy fácil: coger zanahorias de la bolsa, dar zanahorias a las jirafas. Cuidado no te vayan a desayunar a ti, ¡o a tu mano! No te asustes, te va a encantar.

Después de ser camarero de jirafas por un rato seguramente te lleven a saludar a los elefantes africanos. Aunque no podrás colarte en la manada que campa y se reproduce a sus anchas en su jaula de 25 hectareas, Cristina o alguno de sus compañeros te dará la bienvenida. A esta simpática elefanta le encanta coger manzanas de la mano de los turistas y come unos 100 kilos diarios (de manzanas y otras cosas). Con un poco de suerte la pillas con hambre.

Alimentar jirafas y elefantes. ¿Alguna vez habías pensado que podrías hacer algo así sin ser tú su comida? Pues la aventura no ha hecho más que comenzar. Eso sí, a partir de aquí continúa en todoterreno porque toca adentrarte en el recinto de los osos pardos, para más seña la reserva de oso pardo más grande de Europa que, según el último censo, está habitada por 79 especímenes. Disfruta de tu ‘momento Parque Jurásico’ y no te asustes si un oso de 350 kilos se echa encima del vehículo. Está todo controlado.

GRAN HERMANO GORILA

Durante tu recorrido te acercarás a las zebras grebi (que pronto se extinguirán), acariciarás el cuerno de un rinoceronte blanco que pesa varias toneladas, y visitarás a Nadia, Cheleva y Moia, unos gorilas muy majos con una impresionante mirada humana (quizá como todos los gorilas, lo desconozco, pero desde luego que esta cala hondo). Por cierto, Moia es la ganadora del Gran Hermano de Gorilas checo. Como te lo cuento. No me preguntes por qué en República Checa les da por hacer grandes hermanos de gorilas (¿quizá porque son más civilizados que muchos de los concursantes del Gran Hermano normal?) pero así es y, de hecho, en la primavera de 2013 fue mamá así que quizá, en vez de tres gorilas, encuentres alguno más.

El itinerario puede variar sobre la marcha en función del ánimo de los animales pues no se trata de un recorrido tipo circo. Todos y cada uno de los entrenamientos tienen fines terapéuticos. Persiguen acostumbrar a los animalillos a los humanos para que, en el momento que un veterinario tenga que tratarlos, el trauma sea el menor posible. Pero en ningún caso acaba aquí. Aún te queda visitar a los leones marinos, pasar por el reptilario, echar un ojo a los gaures y ofrecer el brazo a las rapaces.

A estas alturas pensarás que ya nada puede impresionarte. Me lo cuentas cuando sostengas un águila real o un bigardo americano (si, el del escudo de los Estados Unidos de América). Menudo pico, ¡y qué cerca está de tus ojos! Anda que no aprietan el brazo estas aves, en el caso del águila real, concretamente con una fuerza de 90 kilos por centímetro cuadrado. Pero qué bonitas son. Si tienes oportunidad de asistir después al espectáculo de cetrería aprovecha, te sorprenderá, poco tiene que ver con las exhibiciones que se realizan en ferias y mercados medievales.

¿UNA VISITA CARA?

Desgraciadamente ha llegado el momento de hablar de precios. El coste de la Visita Salvaje a Cabárceno varía en función del tamaño del grupo que la realice. Si va una pareja hay que abonar 200 euros por persona, 180 si son tres, y 160 se van cuatro. Esto incluye las más de siete horas de recorrido en coche por el parque, los servicos de guía, una comida en el restaurantes y una bolsita con regalos valorada en 40 euros.

Tal y como está el panorama quizá estes pensando que es una barbaridad de dinero. Si, 200 euros es un montón de pasta, pero la experiencia que vas a vivir es inolvidable. Al menos para mí lo fue. ¿En qué otro lugar del mundo podrías dar de comer a las jirafas, recorrer en todo terreno una reserva de osos pardos, acariciar a un enorme rinoceronte, tocar la pata a un elefante y hacer volar a un bigardo americano? Desde luego que no es una cosa para hacer todos los días pero una vez al año no hace daño.

Si te animas a probarla recuerda que tienes que hacer una reserva. No vale que te plantes a la puerta del parque y digas “hola, ¿qué tal? Deme tres visitas salvajes y un paquete de palomitas”. No funciona así. Si te interesa de verdad esta actividad contacta con promocion@cantur.com y ellos te indicarán como proceder.

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4 comentarios en “Visita Salvaje a Cabárceno, o cómo acabar dando de comer a las jirafas

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