De la noche a la mañana Cuba se quedó sin comandante, pero también se quedó sin voz. Hay quien dice que además se volvió seca, pero no es verdad. En los bares de la Habana Vieja se siguen escuchando el posar de las cervezas y el run run de la omnipresente televisión. Nueve días de luto significa que ya no suena música en La Habana, que durante nueve días el país entero se quedó sin son.
El 26 de noviembre de 2016 los paladares de Cuba sirvieron para desayunar “se ha muerto nuestro comandante” aliñado con “nueve días de duelo nacional”. Para los cubanos, la muerte de Fidel Castro junto al duelo que la acompaña es un acontecimiento sin precedentes. “No es un luto cualquiera, no ha habido nada igual, la muerte de nuestro presidente solo puede compararse con la de José Martí”, explica Luis, un guía turístico que cree que “Fidel hizo mucho y consiguió mucho, sobre todo la dignidad del pueblo cubano”.
Una mirada a las calles de La Habana basta estos días para comprobar que el ambiente no es el habitual, que la ciudad abre el ojo pero no acaba de despertar. A simple vista se puede observar como muchos cubanos encajan la noticia con tristeza, aunque los llantos a pecho partido no parecen tener cabida ni en espacios públicos ni en televisión. La noticia se comenta en corrillos, no en susurros pero tampoco con descaro. Unos dicen estar “en shock”, otros que muerto o no “Fidel siempre será nuestro presidente”. Casi todos parecen decididos a pasear su pena con decoro y discreción. No se ve a nadie bailando en ninguna parte, no hay música que permita hacerlo.
“Nueve días de duelo nacional” significa en la práctica nada de fiestas, nada de espectáculos, nada de música en ningún lugar público. Cualquier manifestación clara de alegría está totalmente vetada, incluso en los artificiales complejos turísticos de Varadero, entre las seis de la mañana del 26 de noviembre y las doce del mediodía del 4 de diciembre, día en que está previsto que las cenizas de Fidel reciban sepultura tras recorrer el país por un itinerario que rinde tributo a la Caravana de la Libertad de 1959.
“Mi mamá era médico militar y está triste, mi abuelita también, pero yo en cuanto me enteré de la noticia fui a la nevera y saqué una botella de ron“, confiesa Sergio, un cubano-español que acaba de regresar voluntariamente a su La Habana natal. “No le deseo la muerte a nadie, pero yo me tuve que marchar por Fidel“, continua sin reparo. Sergio se muestra infinitamente agradecido con España pero feliz de haber vuelto de sus más de 10 años de exilio: “Al final, la tierra tira y yo aquí soy feliz comiendo pan con aceite”.
Su amigo Kevin no es tan comedido y despotrica airadamente contra el comandante la primera noche de luto efectiva. La primera noche sin música. La primera noche que nadie sabe muy bien qué hacer. “Podéis estar en El Malecón sin poner música, sin beber, sin bailar. Sin hacer ruido” -que es básicamente a lo que uno va por la noche al Malecón- “bueno, podéis beber bajito”, explica un amigo de Sergio y Kevin tras hablar con la patrulla de Policía que en El Morro avisa la noche del 26 que el cañonazo por primera vez en muchos años no será lanzado.
ENTRE LA HISTORIA Y EL FASTIDIO
Para los turistas la muerte de Fidel Castro es un acontecimiento histórico, una futura batallita que contar, que cancela quieran o no las actividades nocturnas que para sus vacaciones tenían programadas. “Anoche estaba en un concierto y al saberse la noticia el grupo dejó de tocar”, contaba casi orgulloso un viajero alemán en el lobby de un hotel.
El 26 de noviembre de 2016 el periódico se repartió muy pasado el mediodía pero fue el souvenir más demandado de Cuba. Su coste fue subiendo exponencialmente con el paso de las horas. Diarios de cuatro hojas como el Juventud Rebelde o el Granma cuyo precio original es 20 céntimos cubanos (CUP), se revendieron abiertamente en las calles de la Habana Vieja por 1 peso convertible cubano (CUC) primero y por al menos 5 CUC después. Todos querían llevarse una edición única para casa, todos reclamaban su cachito de historia de papel rezando ¡Hasta la victoria siempre, Fidel!
EL TIMO DEL HOMENAJE
Pero el periódico no es la única fuente de ingresos extra que encuentran los cubanos en tiempos de duelo nacional. Los tradicionales pillos -por llamarlos de alguna manera- en vez de intentar llevarte a la tienda de su hermano para que te hagan un supuesto descuento increíble, te llevan ahora aquí o allá para ver un inexistente homenaje a Fidel.
“En el callejón de Hamell hay un homenaje a Fidel”, nos comenta José, igual que dos segundos antes nos comentara Javier tras abordarnos de manera sumamente educada en la misma calle. “El pueblo es más raulista que fidelista”, asegura José de camino al supuesto homenaje, “hace diez años esto que estamos haciendo tu y yo” -la conversación entre un cubano y una turista- “hubiera sido imposible”.
Una vez en el callejón de Hamell ni rastro del homenaje a Fidel. Tan solo coloridos murales y la petición de dinero de José, primero sutil (“comprad estos cds, cantan los niños del colegio autista”), luego descarada (“dadnos algo, ella necesita comprar leche para su bebé”).
SIN MÚSICA, PERO CON TV
Desde que saltó la noticia de la muerte de Fidel Castro la televisión cubana ha entrado en bucle: solo emite información, reportajes y testimonios sobre el finado presidente. “Fidel es presente y es futuro”, dice en la pantalla un hombre a punto de llorar que cuenta una historia rocambolesca que lo vincula con Castro.
“Fidel revolucionó el ámbito deportivo en toda su expresión”, reza un subtítulo bajo la imagen de unos jóvenes Castro y Ernesto ‘Che’ Guevara. Y así se pasa todo el día, en bares y restaurantes, donde siempre parece haber una caja tonta encendida aunque a un volumen muy discreto o directamente sin él. De la radio ni rastro.
Se fué Fidel y se llevó la música con él, al menos por nueve días. El domingo 4 de diciembre a las doce del medio día dicen los periódicos que la música va a volver. En respetuoso silencio cubanos y turistas anhelan su retorno.
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Deseando escuchar un poco más las voces de esos cubanos que le deseaban la muerte por lo bajini.
¿Es Cuba hoy un poco más libre? Me encantaría escuchar que sí, pero hoy creo que estarán hasta más callados, más acojonados.
Disfruta, Cris.
Yo creo que Cuba está hoy a la expectativa. Aunque la música volvió el día 5, mucha gente dice que aún aquello no es lo que era en decibelios.
Mi sensación es que estos años van a ser decisivos para la isla. Ojalá se sepa gestionar y tomar las mejores decisiones para su gente. ¡Viva Cuba libre (de verdad)!
Ay, mi Cuba linda! Se me encoge el corazón leyendo tu experiencia… ¿Qué pasará ahora? No es un tema fácil de resolver…
Nosotros justo llegamos a La Habana el mismo día que acababa el luto ¡no nos imaginamos una ciudad tan melómana sin música!