Emergente, colorida y, en invierno, nevada. Así es Wroclaw, la capital de baja Silesia, para algunos, la Venecia de Polonia (¡tiene más de 120 puentes!). Aún cuando la comparación con La Serenissima le viene grande, esta ciudad universitaria una joya aún no desgastada por los pies de los turistas. Atrévete a descubrir el lugar donde naciera el legendario piloto Manfred Van Richthofen, más conocido como el Barón Rojo, antes de que se llene de visitantes.
Un buen punto de partida puede ser Rynek Glowny, la enorme Plaza del Mercado, cuyo Ayuntamiento (en el centro) vigilan atentos decenas de restaurados edificios de época medieval y moderna, cada uno de un color. En una de sus esquinas se encuentran Jas i Malgosia (Hansel y Gretel), dos edificios unidos por un arco. ¿Adivinas cual es cual? El alto Malgosia (Gretel), el pequeño Jas (Hansel).
Despídete de estos edificios rebautizados como los personajes del cuento de los hermanos Grimm por lo nuevos moradores de Wroclaw tras la expulsión de los alemanes finalizada la Segunda Guerra Mundial (1945), y vete a saltar por las islas. Pasa de Mlynska a Blearska, a Plasek y a Slodowa (fíjate en el enorme graffiti de su edificio y, si hay nieve, en lo precioso que está el parquecillo). Y, por favor, no cuelgues ningún candado de ningún lado. Gracias.
Acércate a Ostrow Tumski (ostrow significa isla) y entra en la Catedral de San Juan Bautista. ¿Te fijaste en la brocada puerta de madera que da acceso al templo? Según mi amigo Pietre, oriundo de esta ciudad, se salvó de la destrucción de la guerra porque la fuerza de la bomba que explotó en la iglesia la proyectó sin dañarla hasta el río Odra. Más tarde se encontró, se restauró, se volvió a colocar y hasta hoy. Cuando abandones el lugar no dejes de echar la vista atrás: a mi casi me gustó más la fachada del edificio por detrás que por delante.
¿Todavía te quedan ganas de cruzar más puentes? Busca el Most Grunwaldzki, uno colgante, construido a principios del siglo XX (no, no se parece apenas nada al orgulloso Puente Colgante de Portugalete). Dicen los locales que su arquitecto se suicidó porque pensó que algún cálculo había hecho mal, que su obra no resistiría el paso del tiempo. Se equivocaba: no solo no se vino abajo sino que ha aguantado ahí como un titán hasta nuestros días, incluyendo las furiosas embestidas de la guerra que lo hirieron sí, pero no de muerte. ¿Ves ese enorme Cuartel General a su lado? Herencia alemana, Hitler lo ordenó construir y lo utilizó para tareas administrativas de la ciudad (antes de ser territorio polaco Wroclaw ¡fue Alemania, y Prusia, y otras muchas cosas más).
Para pinacoteca la del Museo Narodowe aunque, si te gusta la pintura y tienes ganas de ver algo diferente, no dejes de visitar Panorama Raclawicka, una enorme obra de arte firmada por Jan Styka y Wojciech Kossak que recrea en 360 grados una exitosa batalla de polacos contra rusos allá por 1794. Por dimensiones y acabado merece la pena verla (y pagar los 18 o 25 zlotys que te costará), a pesar de la exacerbada propaganda nacionalista que realiza. Pero oye, es interesante también tener oportunidad de escuchar la versión polaca de la historia, casi siempre silenciada por otras voces más potentes.
Casi a la puerta del edificio, especialmente concebido para albergar el lienzo, se encuentra un triste monumento que recuerda a los asesinados en Katyn, Miednoje y Charkov en 1940. El parque que lo envuelve, con nieve, está de cuento de hadas.
No dejes de pasarte por la Universidad pero, En Garde! Aquí hasta las esculturas saben usar el florete. O, si te hace frío, adéntrate en algún templo. La sencillez y amplitud de la Iglesia de Santa María Magdalena me encantó, aunque también otros credos encuentran lugar en la ciudad, como comprobarás si te acercas a la Sinagoga pod Bialym Bocianem.
¿Eres de los que le gusta ir al Zoo? Pues en Ulica Wroblewskiego 1-5 encontrarás el más grande de Polonia y, justo enfrente, el Hala Ludowa, lo que que traducido vendría a ser algo así como el Teatro de la Gente, una obra diseñada a principios del siglo XX por el arquitecto Max Berg que, en 2006, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Acoge un montón de actuaciones. De hecho, el mismo Paco de Lucía dejó a su auditorio boquiabierto no hace mucho tiempo.
¿O quizá te gusten los graffitis? Hay un pasadizo junto a Ruska 46 que te llevará a varias paredes llenos de ellos. Demasiado ácidos para mi gusto si tengo que dar mi opinión. Me gustaron mucho más los que encontré por casualidad en Henryka Sienkiewicza y alrededores.
Eso sí, hagas lo que hagas fíjate bien. Mira a un lado y al otro, arriba, abajo y alrevés. En el momento que menos lo esperes aparecerán ellos. Los escondidos. Los gnomos de Wroclaw. Unos enanitos muy simpáticos, todos diferentes, símbolo de la resistencia polaca contra el sistema comunista soviético. Yo al menos conté tres pero se dice, se cuenta, se rumorea, que en total son más de 200. ¿Te ves capaz de encontrarlos a todos?
(*) NOTA: Si eres de los que te gusta ir con el mapa en la mano no dudes en hacerte con una de las guías City Spy de la ciudad (muy divertidas). Y si no tienes ganas de preocuparte de mapas, caminos y puentes hay un Free Walking Tour por la ciudad que te enseña sus principales hitos. Sale los sábados las 11:00 horas de la Estatua de Fedro de Rynek Glowny, dura unas dos horas y medias y se paga la voluntad.