Cuenta la tradición y la oficina de turismo de Cefalù que fueron los Titanes los primeros moradores de este bello enclave siciliano y que Hércules en persona viajó hasta estas costas después para levantar un templo en honor a Júpiter. Leyendas a parte, este pueblecito con más de 2.500 años de historia a tiro de piedra de Palermo es un lugar ideal para relajarse y disfrutar del mar, el sol y la playa.
Las mansas aguas del Mediterráneo serán tus compañeras de trayecto si decides tomar el tren que conecta Palermo y Cefalù (70 kilómetros), un pueblecito costero que te retará a subir la roca entorno a la cual se ha ido consolidando con el paso de los años. Un agradable paseo te espera si aceptas el desafío. Eso si, cuesta arriba, así que no olvides hacer un muy buen desayuno antes de comenzar el ascenso (subida apta para no deportistas, ¡no os asustéis!).
En el camino no solo os cruzaréis con chumberas y turistas. Construcciones que vivieron tiempos de más esplendor aguardan vuestra visita. Entre ellas un templo de Diana, algunas fortificaciones bizantinas, y varias ruinas de lo que fueran una vez un castello y la cisterna de la ciudad. ¿Has llegado hasta arriba? Enhorabuena, la bahía de Cefalù está a tus pies.
Baja disfrutando de las calles empedradas del pueblo y también de las que no. Piérdete en su casco histórico o, si aún te quedan fuerzas, acércate a ver cómo el mar acaricia los cimientos de la iglesia de Santa María di Odigitria detta ‘dell’Itria’. ¿Qué te gusta ir a lo grande? Entonces acércate a la catedral que allá por 1131 ordenara edificar Ruggero II (aunque lo que ves es el resultado de unos mil millones de ampliaciones y restauraciones, la última realizada en los 70).
Baja a la playa y pisa su blanca arena fina. Date un baño, haz un castillo, toma el sol. Mira a la derecha desde tu toalla: Verás el mar chocar sin violencia contra el arco del Pubblico Lavatoio detto medievale primero (el arco grande que está justo después de esos tres seguidos y un poco más pequeños), contra el de la Puerta Pescara después (el último arco, poco antes del espigón).
Tras todo esto, cuanto menos, ¡te has ganado un helado! Elige tu sabor y la modalidad: tarrina, cucurucho o bollo. ¿Mi recomendación? Pistacho recubierto de sirope de chocolate y metido dentro de un brioche (el bollo). ¡Buenísimo! Sobre todo si lo ves con los pies a remojo en la orilla.
(*) NOTA PARA CHICAS: La playa de Cefalù es ‘bikini friendly’. No hay problema en quedarse en bañador sobre la arena. Eso si, prepárate para ser mirada y, probablemente, cosechar un buen ramo de cumplidos de los muy amables y aún más insistentes sicilianos. ¿Mi consejo? Lleva siempre un anillo. Si ves que los chicos se ponen un poco pesados cuéntales que estás “fidanzata” (comprometida) y que “el mio ragazzo labora a Palermo” (mi novio trabaja en Palermo). No suele fallar.
Me ha encantado vuestro post y me ha sabido a poco pero ya sabeis lo que dice el dicho “si lo bueno es breve es dos veces bueno”. Me gustara volver a leeros de nuevo.
Saludos
Bueno, de eso se trata un poco, de que te quedes con las ganas de más y te animes a ir a conocerlo 😉 No obstante, si te ha gustado, muy pronto habrá post sobre Palermo y Mondello así que no dejes de visitarnos. Saludos