La ética no puede ir de vacaciones

Para bien y para mal nadie pasa desapercibido allá donde va. Todos nuestros viajes tienen un impacto en el lugar de destino. Un impacto en la economía, un impacto en la población, un impacto en el medio ambiente. Por eso en un mundo en el que cada vez nos movemos con mayor libertad es nuestra obligación pararnos a pensar qué huellas dejan nuestros pasos.

En ningún caso podemos decir este es otro país, son sus asuntos, lo que pase aquí no es mi problema. Matizo: técnicamente podemos decirlo pero es de una falta de civismo y de ética absoluta. Todos y todas tenemos una responsabilidad directa sobre nuestras acciones, también cuando participamos en actividades lúdico-festivas, muy especialmente si estas incluyen a otros seres vivos. La ética no se va de vacaciones, al menos no debería.

Espectáculo de elefantes cerca de Pattaya (Tailandia)

Quizá se vea mejor con un ejemplo. En países como Tailandia existe una gran demanda de actividades con elefantesTrekkings, baños, paseos, espectáculos, posados, etc. Es una de esas cosas que todas las guías dicen que debes hacer pero, ¿nos paramos a pensar en qué condiciones viven esos animales? ¿A qué tipo de entrenamiento o maltrato han sido sometidos hasta llegar a tal punto de docilidad? ¿Qué ocurre cuando les llega la hora de jubilarse? Si no hubiera tantos turistas interesados en interactuar con paquidermos, no se habría creado semejante industria alrededor, ergo sobre esta industria y lo que en ella ocurre los turistas tienen una responsabilidad directa.

En ningún caso es ético que se explote a un animal para disfrute de una persona. No, no es tu culpa que haya empresas que maltraten elefantes en Tailandia, pero si te subes a un elefante maltratado o a uno que intuyes ha podido serlo estás contribuyendo directamente a que la situación se perpetúe en el tiempo.

Elefantes montando en bici. Espectáculo cerca de Pattaya (Tailandia)

Con esto no quiero decir que no pueda hacerse nada con elefantes (léase elefantes o cualquier otro animal), sino que antes de hacerlo uno debe informarse bien. Solo en Internet circulan cientos de denuncias bien argumentadas que ponen sobre aviso (como por ejemplo montar en elefante en Chiag Mai: abre los ojos turistadas y maltrato animal, entérate y no sea cómplice). No hay excusa para alegar yo no lo sabía.

EN BUSCA DE LA TRIBU

Peor aún se me antoja que la atracción de turno sean personas. Véase de nuevo el caso de Tailandia y las tribus que tantos visitantes van a buscar a sus montañas. ¿Qué consecuencias tiene en estas poblaciones la visita de grupos de extranjeros? ¿Son encuentros realizados desde el respeto y la curiosidad, desde el deseo de conocer gentes que viven de otra manera, o buscan meramente la fotola exhibición humana de frikis que parecen de otro tiempo para su beneficio económico o, más probablemente, el de terceros?

No, no cargo contra las personas que visitan las tribus de las montañas durante su estancia en este u otro país, pero sí invito a reflexionar sobre el impacto que genera su visita a la comunidad de turno. Lo veo muy claro en el caso de las mujeres jirafa de Birmania, esas que deforman su cuello con anillos hasta límites antinaturales. ¿Es tradición o es negocio? ¿De verdad han escogido vivir así o son forzadas a portar semejantes adornos y a fotografiarse con los turistas previo pago? ¿De verdad les beneficia esta actividad?

No puedo evitar pensar que si llevar esos collares fuera algo tan guay los hombres también se los pondrían, por lo menos algún hombre. Pero no se trata de una cuestión de género, que en parte lo es. Si se obligara a hombres y mujeres a posar de esta aparéntemente incómoda guisa para sacar dinero–que no digo que sea el caso aunque tampoco lo descarto– tampoco me parecería razonable.

Alrededores de Chiang Mai. Tailandia

Pensar en tribus de las montañas me devuelve a mi tierra y me obliga a hacer un símil. Me imagino a un montón de japoneses subiendo a la Vega de Pas para ver a los pasiegos, las tribus de las montañas de Cantabria. Dudo mucho que a una señoruca del valle le apetezca tener día sí, día también una manada de turistas en la puerta de su casa intentando robar una instantánea del fogón de su hogar porque es muy auténtico. O quizá sí le apetece, qué se yo. Solo sé que a mi no me gustaría que hordas de viajeros pasearan por mi pueblo rompiendo su cotidianidad, observando a sus habitantes cual atracción de feria, tomando selfies con un palo o sin él a diestro y siniestro.

FOTOS A MAYORES Y NIÑOS

Del tema fotográfico podría hablar horas, especialmente en un momento en el que parece que hay que publicar toda foto tomada. Redes sociales, blogs y medios de comunicación están cada vez más llenos de instantáneas con gentes de lo más pintoresco que, ¿saben que su imagen está siendo enseñada al mundo a tan gran escala? ¿Se les ha pedido permiso para hacerlo?

Cosa más grave aún me parece cuando el protagonista de la imagen un menor de edad. Y no, no digo que no podamos sacarnos una foto con ese niño tan sonriente o con ese paisanín tan majo de no sé donde, digo que tengamos mucho respeto, tacto y cuidado al mostrar su imagen porque en muchos casos podríamos no estar respetando ni su voluntad ni su intimidad. Pedir permiso antes de hacer un retrato es un ritual que deberíamos practicar siempre y sin excepción.

Ser responsable cuando se va de viaje no significa pasar las vacaciones amargado pensando en todo lo que no se puede hacer. Significa ser cívico en todo contexto. Tratar a los demás y a su entorno como te gustaría que te trataran a ti y al tuyo, como mínimo. Abordar los viajes desde el aprendizaje, el respeto y por supuesto el disfrute personal, pero nunca desde el sensacionalismo, la foto vacía y el absurdo presumir del yo llegué más lejos que tú, especialmente si esto último va a causarle algún tipo de mal a otro. Significa trata de hacer las cosas bien, ser educado siempre y en todo lugar. Tan fácil como eso.

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8 comentarios en “La ética no puede ir de vacaciones

    1. Gracias Vero C, me alegra que te haya gustado. La verdad es que es más fácil y agradable escribir de sitios bonitos y buenas experiencias, pero creo que es parte de mi/nuestra responsabilidad como comunicadores intentar abordar todas las partes. La verdad es que me dio muchísima pena ver el trato que se dispensa a los elefantes en Tailandia, pero mucho más todo el rollo de las dichosas tribus de las montañas. En fin, veremos como evoluciona esto. Ojalá que a mejor 😉

  1. Hola Cristina.

    No puedo estar más de acuerdo contigo. Me ha encantado el artículo. Yo mismo he pecado fotografiándo a la gente más “fotogénica” en paises exóticos para luego mostrar felizmente las fotos. Menudo error, se me cae la cara de vergüenza, lo reconozco. Imagino mi reacción ante la intención de un nórdico sacándole fotos a mis hijos en la calle.

    Desde hace unos años ya no lo hago, me parece algo descabellado. Ahora, cuando quiero fotografiar a alguien le pido permiso y de este modo siempre me han regalado una hermosa sorisa. Lo hice por ejemplo, en la India.

    Referente a lo que comentas de los animales “silvestres”, que no tiene nada de silvestres, me parece un verdadero atentado contra la vida de estos. ¿Quiénes somos para robarles el alma? Parece mentira que la sociedad pague por ver semejantes espectáculos. Es la huella y la señal de una sociedad que por desgracia tiene mucho que aprender.

    Vas a permitirme recomendarte un libro que leí hace ya unos 8 años de Jane Goodall y Mark Bekoff. No sé si los conoces. Llevan toda una vida en defensa de los chimpances. Se llama los diez Mandamientos, seguro que te gustará.

    Un abrazo enorme y felicidades nuevamente por el artículo.

  2. Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra.
    Creo que cuando empiezas a viajar no eres consciente de las consecuencias que pueden tener tus actos, poco a poco uno va aprendiendo, a mi aún me queda mucho por mejorar, pero puedo asegurar que cada día me esfuerzo más ;).
    Debo confesar que yo con lo de las fotos no tengo remedio y como dice Antonio debo empezar a avergonzarme por ello y cambiar la situación (no sé si lo conseguiré), no cuesta tanto pedir permiso. Sin embargo hace mucho que decidí no visitar las mujeres jirafas en caso de caer por aquel país, así como otros sitios repartidos por el mundo.
    Leyendo un artículo aprendí a no colaborar a que sigan sucediendo este tipo de actividades y tú en esta entrada ayudarás a muchos a tomar decisiones como la que tomé yo. Seguiré aprendiendo y corrigiendo errores, prometido!!

    ¡Muy buena entrada, Cris!
    Un abrazo.

    1. Tampoco se trata de sentirse mal ni mucho menos. Todos cometemos errores (yo la primera) pero si aprendemos de ello pues mira, eso que ya no volveremos a hacer mal.

      La verdad es que cuando se va de viaje se ven auténticas aberraciones, aberraciones de las que mucha gente es complice, no sé si por desconocimiento o porque sencillamente le da igual. A mi lo de los elefantes o los tigres Tailandia lo he vivido fatal, y ahí creo que si había gente que directamente quería la foto con el animalito y le daba exáctamente igual las condiciones y el maltrato que este hubiera sufrido previamente. Yo por mi parte haré cuanto pueda porque nadie pueda alegar desconocimiento de estas circunstancias. Es mi pequeñisísima aportación a hacer de este mundo uno un poco mejor.

      Gracias por leerme bella. Te envío un abrazo enorme ya desde Cantabria.

  3. Bravo, Cris! Bravo!

    A veces te leo y es como si me escribiese yo a mí misma, jaja. Lo cierto es que nosotros, aquellos que en menor o mayor medida tenemos el poder de comunicar y llegar a la gente hemos de hablar claro, predicar con el ejemplo y mostrar la realidad. No hay nada más triste que desvirtuar la realidad ante un lector, que cerrar los ojos o girar la cara…

    Un abrazo y gracias por hablar tan claro.

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