La E de Cristina E. Lozano no pretende esconder nada. No oculta un segundo nombre espantoso, ni es la inicial de un país en el que me pasara algo especial. Mi E es simple y llanamente una referencia a mi primer apellido: Espinosa. Si me hubieran llamado Rosa Espinosa –cosa que agradezco no hicieran– me hubiera definido con bastante precisión: soy roja, mona a ratos y quien intente cortarme casi seguro acabe arañado. Espinosa me gusta, tiene fuerza, personalidad, aunque no lo utilice para firmar.
No obstante, en uno de mis últimos viajes un amigo me acusó medio en broma medio en serio de rechazar mi apellido. No es el primero que lo hace y probablemente tampoco sea el último, pero presentarme como Cristina E. Lozano y no como Cristina Espinosa o Cristina Espinosa Lozano tiene una explicación que no está relacionada con una aversión hacia el nombre de mi padre, el hombre del que más orgullosa estoy del mundo.
Darle fuerza a Lozano sobre Espinosa es mi humilde forma de rendir tributo a mi abuelo y padrino, Bernardo Lozano, la persona que en gran medida me enseñó a soñar. Cuando era pequeña me encantaba recorrer Bilbao de su mano y, muy especialmente, las calles de la vieja ciudad de Zamora. Mientras caminábamos a veces me contaba las trastadas que él hacía de chiquillo (a las que llamaba judiadas), otras compraba un cupón y jugábamos a ‘en qué gastamos los millones cuando nos toquen’ (millones que por supuesto nunca nos tocaron).
Recuerdo que en ocasiones, cuando subíamos en el ascensor de su casa de Santuxtu, nos compinchábamos para tomar el pelo a las vecinas. “Uy si, la niña es listísima, ya sabe leer. Dile lo que pone ahí hija”, decía mi abuelo y yo procedía a leer el cartel del elevador cuyo contenido había memorizado como un loro. Las vecinas flipaban. Después ya en casa, me enseñaba libros, muchos libros, y yo hacía preguntas, todas las preguntas del mundo. Supongo que la curiosidad que me empujó a ser periodista es lo que yo traje debajo del brazo en lugar de un pan.
Mi abuelo siempre decía que el primer día que salí a la calle siendo bebé me comí un copito de nieve, aunque la verdad es que no me imagino Santander nevando por mucho que fuera primeros de enero. Creía en dios de una forma sincera, en plan ama a tu prójimo como a ti mismo, y me contaba historias de Jesús. En Semana Santa veíamos Los Diez Mandamientos y, aún cuando yo hace mucho que dejé de creer en su dios como él lo hacía, hoy sigo adorando la vieja cinta de Charlton Heston.
Hasta donde recuerdo, mi abuelo tuvo siempre una sonrisa en la cara, una broma para aliviar una situación de tensión, y un gesto amable con todo aquel que lo necesitaba. En su almacén de productos de pastelería, material que se dedicaba a distribuir de forma profesional, nunca faltaron dulces para sus nietas. Quizá eso también haya contribuido a que nuestro tiempo juntos me dejara tan buen sabor de boca.
Mi abuelo Bernardo murió en Santander cuando yo tenía 12 años. No me vio firmar mi primer reportaje a los 19, ni me verá firmar todo lo que aún me queda por escribir. Pero yo seguiré utilizando su Lozano porque me gusta, porque me da la gana, y porque es mi forma de darle las gracias por todo lo que me ha enseñado.
Viaja en mi Mochila en directo a través de Twitter, Facebook e Instagram. ¡Y ahora también de YOUTUBE! Si lo prefieres, suscríbete al boletín mensual y recibirás la información más relevante por e-mail. Todas y cada una de las opciones son válidas, gratuitas y contribuyen a que esta web pueda seguir generando contenidos. Apúntate, ¿a qué esperas?
Gran artículo, y una forma muy bonita de homenajear a tu abuelo!
Gracias Xipo 🙂
Qué historia más bonita, Cris!
Gracias Luis. Es… La que hay, ni más ni menos 🙂
Que historia más bonita
¿Ves? Yo también tengo corazoncito, no soy toda mala leche 😉
Cristina, me has emocionado. Yo tenía una relación parecida con mis abuelos paternos, a los que hecho muchísimo de menos. Ellos sí que me vieron crecer profesionalmente, pasar por varios trabajos, leían mis artículos y siempre siempre estaban allí para apoyarme…
Así que… entiendo perfectamente ese “homenaje” que le rindes usando el “Lozano”.
Un abrazo grande
Gracias Patricia 🙂
Que bonito Cristina, un gran tributo a tu abuelo y un artículo con mucho sentimiento. La verdad es que se nota el gran afecto y amor que sientes por él.
Enhorabuena. Me ha encantado y ole!! por tu E. y por tu Lozano!!!
Gracias María, me alegra mucho que te haya gustado 🙂
Un homenaje precioso!
Sigue viajando y firmando con orgullo como hasta ahora 😉
Lo haré Verónica 😉
¡Qué bonita historia!
Además me ha hecho un montón de gracia que la publiques, porque precisamente ayer (de verdad, ayer) yo estuve preguntándome que sería esa E. de tu primer apellido. ¡Ya es casualidad!
(El por qué me preguntaba eso es otra historia, para otro día)
Un abrazo!
Me alegro mucho que te haya gustado Carmen. La verdad es que mucha gente me lo ha preguntado así que, al final, he decidido escribir un artículo. Ya ves tú. Pero, por curiosidad, ¿por qué te lo preguntabas?
Me ha encantado tu post Cristina, muy emotivo. Seguro que tu abuelo está muy orgulloso de las palabras tan bonitas que le dedicas y de tu Lozano.
Un saludo!! 🙂
Gracias Regina, me alegra mucho que te haya gustado 🙂
Precioso homenaje, y desde luego la mejor forma de recordar a tu abuelo. Creo que ya te lo he dicho más veces, pero cuanto más sé de ti más me recuerdas a mí en muchos aspectos. Detrás de mi segundo apellido hay una historia muy parecida de otro abuelo maravilloso, maestro de escuela, que fue también mi mejor maestro. En este caso, yo, la “chavala” (como me llamaba él) tuve la suerte de tenerle a mi lado hasta los 23 y como tú, creo que es algo que nunca olvidaré y que quedará en mi corazón para siempre. ¿Y qué le vamos a hacer si teníamos los mejores abuelos del mundo? 🙂
No sé, ¿posts? Ja ja ja. Gracias Eva, la verdad es que es curioso, pero yo también creo que tenemos muchas cosas en común. Me gusta, porque muchas de las cosas que tu escribes y/o haces me gustan tan bien así que debe ser algo bueno, ¿no? Un abrazo
Cristina no he podido evitar emocionarme y soltar lagrimitas al final. Precioso articulo y estoy segurisima que tu abuelo esta muy orgulloso de ti y de la gran mujer en la que te has convertido. Un abrazo.
¿Me estás llamando gorda Verónica? Ja ja ja. Es broma. Muchas gracias por tus palabras.
Cristina: Me ha encantado. Tengo el teclado mojado porque no puedo parar de llorar de la emoción que he sentido con tu artículo. Gracias por hacernos disfrutar con lo que escribes. Yo sé que tu abuelo estaba orgulloso de sus nietos y también sé que desde donde esté ahora lo seguirá estando.
Un abrazo
No quería hacerte llorar Nines. Me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo grande.
Me ha encantado Cris, muy bonito! 🙂
Gracias guapa 😉
Que bonita forma de recordarlo!! Que grandes son y han sido los abuelos!
La mejor que se me ha ocurrido Raquel 😉
Pues fíjate que yo siempre he pensado que la E. era un segundo nombre! Como Cristina Esther Lozano, o Cristina Estefanía Lozano, o Cristina Eulalia Lozano 😛
Alguna vez quise preguntártelo, siempre he sido curioso pero por alguna razón nunca lo hice, ahora ya sé qué significa. Muy bonita historia, a veces mola leer cosas diferentes, más íntimas y personales, y esta es de las buenas.
Un abrazo, y feliz año!
Le pasa a mucha gente Víctor, supongo que a mi me pasa igual con nombres que tienen letras de por medio.
Muchas gracias por tus palabras, la verdad es que de vez en cuanto se agradece escribir lo que a uno de verdad le apetece.
Abrazo grande, ¡feliz año viajero!
Esa foto es enfrente de la puerta de la iglesia del Caramelo en Santutxu. Bonito recuerdo.
Bien visto Asier, ahí es 😉
Yo siempre me lo había preguntado pero ese tipo de preguntas pueden tener respuestas incómodas pero veo que es mucho más bonito que todo eso. ¡Bravo!
Qué bonito post Cristina! Sí, todo el mundo nos preguntamos alguna vez sobre la E esa misteriosa jejeje, y no sabía que la historia era tan bonita. Me ha recordado mucho a cosas que hacía con mi abuelo, que tampoco llegó a ver mis primeros reportajes, ni siquiera a verme licenciada. Espero que allá donde estén los abuelos, nos vayan leyendo de vez en cuando 🙂
Disfruta de las merecidas vacaciones Cristina E. Lozano!!! 😉 Un abrazo
Gracias Arantxa 🙂
Casi me haces llorar con esta entrada… muy bonita! Te he encontrado de casualidad y no puedo parar de leerte. Saludos desde Madrid 🙂
Gracias por tu mensaje Mónica, y gracias también por leerme. Saludos desde Noruega 🙂
Ahora entiendo todo. Preciosa entrada… Tengo unas ganas de llorar… Qué bonito escribes. Ainsssss. ¡Abrazonchos!
Ay que no, no llores. Contenta 🙂